Soy Raquel Sánchez de Benito, española y madrileña, de padres segovianos

Una ingeniera por accidente, que decide ser coach-facilitadora por AMOR.

Tuve una infancia muy feliz, pero desde niña he vivido siempre con las emociones a flor de piel. Yo sabía que era diferente a muchos de mis amigos. 

Yo vivía todo de una forma más intensa, y esto me generaba dolor, tristeza, frustración... en muchas ocasiones.

Siempre dispuesta a ayudar a los demás, de escucharles, aconsejarles y dejarlo todo por ellos… aunque no siempre tuviera energía, ni tiempo para ello.

Me licencié como Ingeniera Técnica en Informática y después de 15 años dedicados a la Consultoría trabajando para la Administración Pública y empresas privadas, decidí que no era para mí y le di un giro al timón de mi barco.

Con 29 años me casé y cumplí mi gran sueño… 

Ser madre.

Un 23 de febrero de 2004 nace mi primer hijo Daniel.

Aunque él aún no lo sabía, sería mi gran maestro, el motor de cambio de toda mi vida.

Daniel escondía una enfermedad congénita severa, y después de ser operado, tan solo con seis días, voló al País de Nunca Jamás.

Una lanza atravesó mi pecho, mi corazón saltó en mil pedazos y se me apagó la vida.

Todo lo que soñaba desapareció de golpe y porrazo. Yo pensaba que nunca más volvería a sonreír, que no volvería a ser feliz. El dolor que sentía era tan profundo que no tenía fondo. 

El año que murió mi hijo, sentía que en cualquier momento se me iba a parar el corazón, que mi cuerpo no podía soportar ese desgarro. De hecho en uno de los viajes que hice ese año, un viaje a Soria, a la Laguna Negra, mis piernas se quedaron inmóviles, no reaccionaban, no podía caminar más.

Pensé que era el final, que me iba desplomar y morir allí mismo.

Además de todo ese dolor creía que mi sensibilidad era mi mayor enemiga.

… Siento que he llegado a esta vida para morir muchas veces, para resucitar muchas otras, pero sobre todo para ayudar a otras personas en su viaje a la luz y esperanza. 

Daniel me ha puesto en el camino las piezas que necesitaba para construirme y recostruirme. Pasar de ser una mujer tan vulnerable y miedosa, a alguien que abraza su sensibilidad y la ama por darle la fuerza para ser lo que hoy es.

No tardó en llegar a mi vida y llamar a la puerta la resiliencia.

La capacidad que tenemos las personas para salir fortalecidas y para reforzarnos cuando pasamos por situaciones muy duras. Y que tú también tienes.

Llegó mi momento de conectar con el dolor, de incorporar y aceptar lo que estaba viviendo. 

Y así encontré las piezas del puzle que faltaban. Gracias a mi ser altamente sensible, mii puzzle vital encajó: 

La magia de una sincronía perfecta cuando mi hijo pequeño adoptado, nos fue asignado con el mismo nombre, los mismos 6 días de recién nacido, y llegando a mis brazos un mismo día 23.

El ángel que me ayudó a despertar y me regaló la luz que consiguió dar sentido a ese dolor que hasta ese momento me desgarraba el alma.

Este milagro, esta maravillosa caUsalidad, me dio el impulso para transformar mi pasión en mi profesión, y comprendí que mi misión era encontrar un medio para poder acompañar a otros corazones y ayudarles a encontrar el camino a conquistar la paz del alma.

Tuve que vencer muchos miedos e inseguridades a través de mi propio autoconocimiento y aceptación.

Decidí apostar por todo lo que me movía por dentro, me hacía levantarme cada mañana y me motivaba a seguir sonriendo cada día.